sábado, 25 de abril de 2009

La granja de los animales de George Orwell.

Vivió en la primera mitad del siglo XX, con el nombre original de Eric Blair, un escritor que el seudónimo de George Orwell fue conocido. Dióse este Orwell, en sus tempranos años, a las cogitaciones intelectuales del comunismo, de moda por ese entonces en los círculos de la juventud aristocrática de Inglaterra. Habiendo inhalado semejantes vapores, y ebrio su corazón de amor por la Humanidad, por la tolerancia y por la libertad, embarcóse hacia España, desangrada en aquellos funestos años por la conflagración que como Guerra Civil Española conocida es. Ahijóse con toda naturalidad en el bando de los republicanos, que una república socialista defendían, en vez del régimen corporativista, nacionalista, eclesiástico y tradicionalista por el cual luchaban sin misericordia alguna los sediciosos adláteres de Francisco Franco. Opinaba Orwell que disfrazábanse de ideal universal los mezquinos designios de los franquistas, conformados por oligarcas y terratenientes dispuestos de buen grado al expolio del pueblo español, mas, ¡oh, egolatría, cuán dispersos caen tus dardos!, encontróse Orwell que en el bando de los republicanos, a la sazón por comunistas, socialistas y anarquistas conformados, tensábanse también las relaciones, los odios y las enemistades, por cuanto jurábanse odios eternos aquellos compañeros de cubil, disfrazando su egotismo intelectual detrás de altos designios filosóficos, haciendo suelo estéril de sus ideas libertarias, creyéndolas suficientemente buenas para todo el mundo, mas no tanto que lo fuera para ellos mismos. Decepcionóse entonces profundamente Orwell de aquellos espíritus mezquinos, y en renegado del comunismo tornóse entonces, vertiéndose su nueva antipatía en dos narraciones hiladas con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial, cuales son, a saber: "La granja de los animales", y "1984".


Principia "La granja de los animales" con los animales de la Granja Manor alrededor del Viejo Mayor congregados. Es el Viejo Mayor un cerdo premiado, que descubre a sus congéneres animales la triste suerte que les espera, remeciéndoles y haciéndoles tomar conciencia. Muere el Viejo Mayor, mas grande fruto lega su palabra, toda vez que inspiradores sueños crea en los animales de la Granja Manor. Estira el viejo Jones, a la sazón despótico dómine de la granja, la cuerda más de lo necesario, dejando por borrachera sin provisiones a los animales por un día, y he aquí que, como una sola bestia, levántanse todos ellos en abierta rebelión, sin orden ni concierto, por asalto toman la casa de Jones, y con furiosos trompetazos de gansos y feroces coces de caballos, en medio de turbulenta refriega le echan sin contemplaciones de su trono, con rumbo al cruel mundo exterior. Mas Jones, tiempo después, regresa por sus fueros, con compañeros granjeros preocupados porque el ejemplo de los animales cunda en sus granjas, y he aquí que se alza la figura heroica y noble de Snowball, el gran cerdo, liderando la defensa contra los humanos. ¡Grande victoria obtienen los animales aquel día! ¡Gloria y honor a los vencedores de la Batalla del Establo de las Vacas!


Entretanto, visitado han los animales la granja, y después de acaloradas deliberaciones, resuélvense a no ser como los humanos, haciendo desdén de sus sábanas y artefactos caseros, así como de la inveterada tradición humana de darse a los vapores espirituosos. Escriben entonces en una pared, la serie de mandamientos que habrán de obedecer para impedir que la esclavitud retorne a sus vidas. Agilmente entonces dánse al trabajo, y laborando de común, crece la prosperidad. Sobresale Boxer, entre todos los animales, noble córcel que por lema adopta el decir "trabajaré más fuerte". Una defección hay también, extrañando la estúpida yegua Molly la soberanía humana por afecto a las cintas de colores y los terrones de azúcar, y viéndose descubierta de sus tratos con humanos, dáse entonces a la fuga, y regresa al servicio y yugo humano. Mas era de esperarse, porque Molly es estúpida, y por lo tanto, nada de heroico hay en ella, y si hemos de mentarla en épico sitio como Magnoverso, por completismo es, completismo y nada más.

En derechura los cerdos el trabajo organizan. En las labores rudas nadie los ve, mas dirigiendo y dando órdenes se los tiene encima todo el día. Con el argumento del trabajo de sus cansados cerebros por todo vulgar pretexto, consiguen apartar de la comunidad de bienes de la granja la leche, así como las manzanas, reservándosela a ellos mismos. A las ovejas para balar en momentos estratégicos adoctrinan, y aún a una camada de cachorrillos de perro desaparecer hacen. Poco a poco, el control de la granja empiezan a tomar los malvados cerdos. Pero, ¡ah, qué desdicha!, los animales son demasiado estúpidos como para entender a cabalidad lo que ocurre.


Y para colmo de desdichas, los propios cerdos inclusive disputándose están el dominio. Divídense dos cerdos la supremacía, Snowball siendo el más inteligente y visionario, aquél que sueña con mejorar las condiciones de la granja levantando un molino de viento, al tiempo de consolidar la rebelión creando nuevas insurgencias entre los desamparados animales del páramo exterior, al tiempo que Napoleón, no tan brillante, mas compensando dicha mezquindad con una sed enfermiza de poder, en la sombra mueve los hilos, disputándose las asambleas y saboteando las ideas de Snowball. Y al colmo todo esto llega, cuando Napoleón irrumpe en los planos que Snowball para el molino ha dibujado, y una vez pisando éstos, sus aguas suelta a destajo. Mas, ¡no habéis visto todo!, de resultas que Snowball sigue iluso en su seguridad, Napoleón lanza a los cachorrillos secuestrados en su contra, en feroces mastines ahora devenidos, y prestamente en fuga a Snowball pone. Fíngese entonces Napoleón ser sabio, y a todos convence de que nunca estuvo contra el molino, y es más, que fuera Snowball quien propagara semejantes mentiras; todo ello apoyado por los balidos de las estúpidas ovejas. Cuatro cerdos tientan una protesta, mas los gruñidos de los mastines cumplen con acallar a la disidencia.


Acábanse entonces las asambleas, innecesarias por saber Napoleón y los cerdos cuáles cosas han de convenir mejor para los destinos de la granja. Bajo la flamante administración de Napoleón, el comercio con el mundo exterior empieza, y aún más, las mismísimas leyes de Granja Animal a cambiar comienzan. Hace su parte, por su lado, la atronadora propaganda oficial, que convence a todos los animales de que, aún en las penurias que los cerdos poco a poco vánlos arrojando, de que mejor está su situación que aquélla sumisión que habíanle de tener al granjero Jones. Misma propaganda que, adoctrinamiento mediante, a los animales convence de que no ha sido Snowball sino Napoleón, el cerdo heroico que el día ha salvado, en la Batalla del Establo de las Vacas. Y poco a poco va desapareciendo la Revolución, y tórnase todo como era antes, mas ahora a cargo de los cerdos en vez de los humanos. Y proclámase el final de la Revolución misma, toda vez que cumplidos están los objetivos revolucionarios. Y siéntense satisfechos los cerdos, ahora viviendo en la casa humana y usando las vestimentas humanas, y en todo pareciéndose a los humanos, ante el asombro de toda la impotente Granja Animal, que no ha podido figurarse en qué minuto todo aquello suceder ha podido...


Vengóse así cumplidamente George Orwell de aquellos plomizos izquierdistas que, prisioneros de su propio sentido de autosuficiencia, y embriagados por su afán mesiánico, han procurado reemplazar los males antiguos de la burguesía no por un mundo más ideal o justo, sino uno en que los ancestrales atropellos contra la libertad son reemplazados por sus propios ancestrales atropellos contra la libertad, así como desnudar la hipocresía de quienes con las banderas de la justicia social se revisten para su propia megalomanía disimular.

ALIENTO...

...COSMOLÓGICO. 5 de 7. ¿Animales de una granja como protagonistas de una sátira política? La maestría de Orwell lo hace convincente.

...AVENTURERO. 3 de 7. No hay mucha aventura aquí. En realidad, todo es más bien una serie de estampas, como las películas del cine mudo.

...EXÓTICO. 2 de 7. Una granja de Inglaterra. No es una ambientación tan fuera de tiesto como para hacernos alucinar.

...MAQUIAVÉLICO. 7 de 7. Hay que ver cómo los cerdos se las arreglan para tomar el control de la granja, de manera tan insidiosa y sutil que nadie se da mucha cuenta de nada... hasta que es demasiado tarde.

...PASIONAL. 6 de 7. ¿Cómo olvidarnos de Boxer, el caballo que siempre trabajaba más fuerte? ¿O la sed de poder de los cerdos? ¿O los recelos de Benjamín? ¿O la pasión generalizada de los animales por librarse para siempre de Jones?

...TÉTRICO. 4 de 7. La banda de gángsters que son los cerdos, son villanos temibles en su poder, su arrogancia y su capacidad de convencer a los animales de la granja, por otra parte demasiado estúpidos para poder hacerles frente con éxito.

...FILOSÓFICO. 5 de 7. Implícita está la idea de que el idealismo es una ingenuidad, y de que las revoluciones se hacen para que todo siga igual. Lo peor es que tiene razón.

TOTAL: 65 PUNTOS EN LA ESCALA MAGNUS.

No hay comentarios:

Blog Widget by LinkWithin